En la comunidad de Chactelá, aldea Sajquim, en el municipio de Tacaná, San Marcos, vive Don William González, un agricultor comprometido con su tierra y con el bienestar de su familia. Por años, Don William enfrentó uno de los desafíos más críticos para cualquier productor agrícola: la escasez de agua.
“Hoy en día las fuentes se están secando y ya no hay arroyos como antes”, comenta. Las dificultades eran constantes, no solo para sus cultivos, sino también para las actividades más básicas del hogar. “A veces pasábamos tres días sin poder lavar la ropa por falta de agua”, recuerda.
Esta situación afectaba profundamente la vida diaria y la capacidad productiva de muchas familias en su comunidad, limitando las oportunidades de trabajo, de alimentación y de desarrollo.
Consciente de esta realidad, Don William fue uno de los beneficiarios del proyecto: “Fortalecimiento de la seguridad alimentaria nutricional de la población vulnerable en 3 comunidades rurales de Tacaná”, financiado por Fundación FABRE y la Junta de Castilla y León (España), con el acompañamiento técnico de FUNDAP.
Este proyecto introdujo en su comunidad los Sistemas Integrales de Producción Agrícola, diseñados para asegurar la disponibilidad de alimentos durante todo el año. Cada sistema está compuesto por tres infraestructuras clave:
- Un tanque de captación de agua de lluvia con capacidad de 16,000 litros, que garantiza el riego continuo incluso en época seca.
- Un invernadero tipo macro túnel, que protege los cultivos del clima extremo, evitando pérdidas por lluvias intensas, vientos fuertes o heladas.
- Un sistema de riego por goteo, que optimiza el uso del agua, llevándola justo donde y cuando el cultivo la necesita.
Gracias a este sistema, Don William pudo transformar por completo su unidad productiva. “Ahora puedo sembrar tomate, chile pimiento y jalapeño durante todo el año sin preocuparme por la falta de agua”, asegura con entusiasmo. La producción ya no se limita a ciertas épocas; ahora, su familia cuenta con alimentos constantes y, además, ingresos extra gracias a la venta en el mercado local.
“Un año después quiero decir que esto cambió mi vida. Ya no tengo que preocuparme si viene el verano. El agua está ahí, y la tierra da lo que sembramos. Nunca imaginé que mi familia pudiera vivir de lo que producimos con nuestras propias manos”, expresa con emoción.
Este avance no solo ha mejorado su economía familiar, sino también su esperanza en el futuro. “Hoy con estos sistemas tenemos comida, trabajo y esperanza. Y eso es lo que queda en mi comunidad”, afirma.
El caso de Don William es una muestra clara del impacto que puede tener una intervención bien diseñada y sostenible. A través del trabajo coordinado entre FUNDAP, Fundación FABRE y la Junta de Castilla y León, se han creado condiciones reales para que familias como la suya puedan enfrentar el cambio climático, mejorar su producción agrícola y garantizar una vida más digna.

