César Alberto tenía problemas para su producción de hortalizas, especialmente tomates. Al trabajar a campo abierto, su cosecha se veía afectada por el clima o las plagas, repercutiendo en una baja producción y pérdidas económicas.
Este joven de San Rafael Pie de la Cuesta, en San Marcos, decidió unirse al proyecto ICEP para mejorar sus conocimientos. A través de capacitaciones presenciales (al inicio de 2020), virtuales y la asistencia agrícola personalizada, pudo mejorar su producción. César logró diversificar la misma con otras hortalizas como la cebolla, el chile pimiento y el cilantro, además de modernizar su forma de cultivar el tomate, con las nuevas técnicas productivas y la implementación de un cobertizo.
Gracias a la innovación, y a las oportunidades de mercado que surgieron en el confinamiento por la COVID-19, donde la demanda de hortalizas aumentó por la merma en la producción, César logró conseguir los ingresos necesarios para aumentar su productividad y ofrecer mejores productos en su comunidad. Un gran ejemplo de que trabajo, colaboración, aprendizaje e innovación, deben ir siempre de la mano.