Gladis, una jovencita de 16 años del municipio de Tejutla, San Marcos, sufrió en carne propia la exclusión que la pandemia causó en el ámbito educativo.
En el año 2020 cursaba el tercero básico. Sin embargo, al sustituirse las clases presenciales por una entrega a distancia, las cosas se complicaron. Por una parte, la escasez de recursos impedía el acceso a la conectividad y dispositivos; por otra, en las raras ocasiones en que pudo conectarse, fue muy difícil comprender el contenido, obligándole a retirarse temporalmente de la escuela.
En el mes de diciembre de ese mismo año se percató de la presencia de un CEDE (Centro de Desarrollo Empresarial) en su comunidad. Gladis se interesó en el curso de belleza, se inscribió y puso su esfuerzo en aprender durante esos seis meses, generando unos pocos recursos con lo que practicaba.
Una vez terminó el curso, se decidió a emprender poniendo a disposición del público sus servicios, en un ambiente modesto, pero acogedor. Ahora ese emprendimiento le permite generar ingresos y con ello podrá continuar su educación, ya que como ella indica: “A veces hay que salirnos del camino, pero nunca hay que olvidar el sitio a donde queremos llegar”.
